LOS PERSONAJES

Conoce de primera mano los personajes más emblemáticos que formaron parte de la historia del Palau Ducal dels Borja de Gandia. ¿Qué aportó cada uno de ellos a nuestra al edificio?, ¿y a la sociedad actual de Gandia?

Esta información y mucha más descúbrelo en cada uno de los personajes que conforman el Palau, sus salas y sus tesoros, para ofreceros una visita única, y una experiencia irrepetible.

Pedro de Ribagorça

(1305-1381)

Alfonso de Aragón

(1322/29- 1412)

Alfonso de Borja. Papa Calixte III

(1378-1458)

Pedro de Ribagorça

(1305-1381)

El infante Pedro de Aragón, conocido como Pedro de Ribagorça desde que recibió este condado aragonés, nació el año 1305 y fue el cuarto hijo del rey Jaime II y Blanca de Anjou.

Ya de bien joven inició su flamante carrera política. Entre 1322, año en que recibió de parte de su padre el condado de Ribagorça, hasta 1324, ejerció el cargo de lugarteniente del monarca en el Reino de Valencia, y durante este último año sirvió de  legado real en la curia papal de Aviñón para conseguir una serie de concesiones del sumo pontífice.

A lo largo de este tiempo ya mostró sus condiciones e intenciones de convertirse en un muy válido sucesor de la corona en caso de muerte de su hermano Alfonso, incluso por encima de los derechos del hijo de éste, que finalmente sería quien acabaría reinando como Pedro el Ceremonioso.

De todas maneras, Pedro de Ribagorça siempre fue fiel a su hermano Alfonso IV durante su corto reinado, por el que fue recompensando con el cargo de Senescal de Cataluña, uno de los de mayor prestigio dentro de la casa real, y con la llegada al trono de su sobrino con tan solo 17 años, el infante Pedro, que había sido tutor de éste, jugó un papel muy importante durante todo su reinado.

En 1331 se casó con Juana de Foix, con la que tuvo cuatro hijos, entre los que destaca Alfonso de Aragón y, muerta su esposa, ingresó en la orden franciscana en 1358. De todas maneras, y siendo ya franciscano, muchas veces fue requerido por su sobrino Pedro el Ceremonioso en cuestiones de consejo político, relacionadas normalmente con la guerra con Castilla, iniciada en1355.

Así pues, durante más de 30 años, Pedro de Ribagorça fue uno de los familiares reales más influyentes, y obtuvo los más prestigiosos títulos de la corona de Aragón.

Durante su vida, fueron muchos los señoríos y tierras que fue recibiendo y consiguiendo para formar su feudo. Así, en 1322, Jaime II le entregó a su hijo una serie de posesiones en el reino de Valencia, que se unirían a las que ya tenía en el condado de Ribagorça: el castillo de Gallinera, el valle de Ebo, el castillo y la villa de Pego, el castillo del Pop, los valles de Laguar y Xaló y el castillo de Crevillente. Estas tierras no fueron mantenidas por el infante de manera permanente, sino que iba permutándolas, conformando así su patrimonio en beneficio de sus intereses.

Sería en 1323 cuando recibía, también de parte de su padre, el señorío sobre el castillo de Bairén, la villa de Gandia, el lugar del Real y las alquerías de Beniopa y Benipeixcar, junto a otros pequeños lugares de la Safor. Aunque en este momento esta donación, a diferencia de otras muchas ofrecidas por el rey Jaime II a su hijo, no iba destinada a aumentar el prestigio de su poseedor sino tan solo a cubrir necesidades económicas, con el tiempo, y sobre todo a partir de que Alfonso de Aragón, hijo del infante Pedro, la recibiera como herencia en 1358, Gandia se convertiría en centro y capital de las posesiones y lugar habitual de residencia de éste, aconteciendo uno de los señoríos, y ducado a partir de 1399, con más prestigio e importancia del reino de Valencia.

Alfonso de Aragón

(1322/29- 1412)

Alfonso de Aragón, conocido también como Alfonso el Viejo, fue el hijo primogénito del infante Pedro de Ribagorça y Juana de Foix. Aunque los documentos sitúan su nacimiento en Burjassot, la fecha de éste no se sabe con certeza, pero seguramente se produciría entre 1322 y 1329.

Son muy pocos los datos que se conocen de la infancia de Alfonso, aunque seguramente no debió de diferir mucho de la que acostumbraban a tener los hijos de los grandes barones, especialmente en la corte real. En 1348, es firmado por Pedro de Ribagorça un contrato matrimonial donde se concertaba el matrimonio de Alfonso de Aragón con Violante de Arenós, heredera de la baronía de Arenós, que se añadiría a las posesiones que Alfonso recibiría de su padre. El contrato se hizo efectivo en 1355, momento en el que Alfonso empezó a tener una vida pública mucho más destacada.

Esta fecha coincidía además con el inicio de uno de los enfrentamientos bélicos más violentos que a mediados del siglo XIV se produjeron entre las dos coronas peninsulares. La llamada Guerra de los dos Pedros, que enfrentaba al rey aragonés, Pedro el Ceremonioso, contra el monarca castellano, Pedro el Cruel, quien quería recuperar la parte sur del reino de Valencia para incorporarla nuevamente a la Corona de Castilla.

En este momento, Alfonso de Aragón daría a conocer sus dotes políticas y militares, participando activamente en todo el conflicto. Así pues, en 1355 el rey aragonés le otorgaba el condado de Dénia y el oficio de mayordomo del Reino de Valencia y tan solo tres años después, en 1358, Pedro de Ribagorça ingresará en la orden franciscana, convirtiendo desde este momento a su hijo en su sucesor y máximo dirigente del ejército del reino de Valencia. Fue de hecho, uno de los activos militares más destacados, junto con su padre y el futuro rey castellano, Enrique de Trastámara, que estaba refugiado en la corona aragonesa. En 1356 consiguió liberar la ciudad de Alicante, tomada por el Cruel en ese mismo año, y se encargó de movilizar las tropas para defender los lugares atacados y organizar escaramuzas en tierras castellanas.

En una de estas batallas fue capturado por los ingleses que luchaban en el bando castellano, y estuvo en su poder durante unos cinco años. Para poder hacer frente al desorbitado rescate que pedían, tuvo que buscar avales en muchos nobles aliados, e incluso entregar como rehenes a dos de sus hijos, Pedro y Alfonso, estando este último en manos inglesas durante más de veinte años.

Muerto su padre se convirtió en su principal heredero, conocido como Alfonso el Joven, segundo duque de Gandia.

Alfonso el Viejo fue, de igual modo que su padre, uno de los nobles más poderosos de la Corona de Aragón, y no contó tan solo con territorios dentro de la corona aragonesa, como el condado de Dénia o el señorío de Gandia, sino que además, gracias a un pacto firmado con Enrique de Trastámara, futuro rey Enrique IV de Castilla, recibió también el marquesado de Villena, un vasto territorio dentro de la corona castellana, lo que le convertía en señor a ambos lados de la frontera que dividía los reinos peninsulares, ostentando además el título de condestable de Castilla.

Hacia el final de su vida, Alfonso recibió otra distinción. El 1399 el rey Martín el Humano, con motivo de su coronación, y por los servicios que Alfonso había prestado a la corona, elevó el señorío de Gandia a ducado, convirtiendo a Alfonso en el primer duque de la villa.

De todas maneras, aunque tanto él como su mujer Violante de Arenós nunca dejarían de visitar las otras villas importantes bajo su dominio, Alfonso de Aragón situó su residencia principal en Gandia, donde se estableció su corte, que si destacó por algo fue por el nivel artístico y literario de sus miembros. Pere March, siempre fiel a Alfonso, ostentó el cargo de procurador general de Alfonso, y el hijo de éste, Ausiàs March, también deleitó a la corte gandiense con sus versos antes de unirse a la corte de Alfonso el Magnánimo. Otros escritores, como Joan Martorell, autor del Tirant lo Blanc, o Roís de Corella, también estuvieron presentes en la corte del Viejo, y personajes destacados como el fraile franciscano Francesc Eiximenis le dedicó al duque de Gandia su libro Doceavo del Cristiano.

Además, Alfonso el Viejo fue el gran benefactor de la villa de Gandia, haciendo que ésta conociera uno de sus momentos de mayor esplendor. Y en los alrededores, una de sus mayores empresas: el monasterio de San Jerónimo de Cotalba. En el interior, renovó las murallas, rehizo la iglesia de Santa María dándole un aire de novedad, empujó con fuerza su proyecto de la villa nueva, una expansión de la villa hacia el oeste, y por supuesto no descuidó su residencia, el palacio, el cual agrandó y ennobleció, de acuerdo con un personaje de su categoría.

Alfonso de Borja. Papa Calixte III

(1378-1458)

Alfonso de Borja, que tomará el nombre de Calixto III, nació en Canals en 1378. Todavía joven, San Vicente Ferrer le había pronosticado que llegaría a ser papa y que a él lo haría santo, lo cual se cumplió años más tarde.

Alfonso de Borja inició su brillante carrera política como jurista en la corte de Alfonso el Magnánimo, el cual lo lanzaría al cardenalato en 1444 como premio por su intervención en el Cisma de Occidente. En éste, Benedicto XIII, conocido como el papa Luna, y su sucesor, Clemente VIII, eran papas no reconocidos por la iglesia romana y, refugiados en el castillo de Peñíscola, estaban suponiendo un auténtico dolor de cabeza para el monarca aragonés, y toda la cristiandad occidental.

Además, Alfonso también consiguió otro premio de primera magnitud, el obispado de Valencia, uno de los lugares con más poder y mejores rentas del reino. De hecho, la Valencia del tiempo de Alfonso el Magnánimo era probablemente la ciudad más populosa y próspera de todos los reinos cristianos de la península, centro del comercio con Italia y lugar de atracción para las artes y las letras.

A partir de este momento, el obispado de Valencia estuvo ocupado por miembros de la familia Borja durando más de ochenta años. Durante los años posteriores, siempre estuvo unido al Magnánimo y a su campaña Napolitana, y se ocupó de organizar la nueva administración del país conquistado.

Años después, en 1455 y con 77 años, llegaría al cargo más alto de la cristiandad, el papado, del que tan solo disfrutaría durando cuatro años, puesto que murió en 1458.

Rodrigo de Borja. Papa Alejandro VI

(1431-1503)

María Enríquez de Luna 

(1474-1539)

Francisco de Borja 

(1510-1572)

Rodrigo de Borja. Papa Alejandro VI

(1431-1503)

El segundo papa, Rodrigo de Borja, que tomará el nombre de Alejandro VI, fue sobrino de Calixto III, y nació en Xàtiva en 1431. Fue justamente su tío quien le dio acceso al cardenalato en 1456, después de ostentar, al igual que Calixto III, el obispado de Valencia.

Siendo cardenal, fue acumulando bienes hasta el punto de convertirse en uno de los más importantes e influyentes de la curia romana. Contó además con cualidades políticas de las cuales se sirvió para conseguir el papado en 1492.

Su actuación como papa, su capacidad administrativa y su gran trabajo como mecenas no solo sirvieron a la iglesia romana, sino también a sus propios intereses familiares. En los primeros años de su pontificado, Alejandro VI ya podía considerarse un papa satisfecho. Había nombrado nuevos cardenales de confianza, en la corte, y en la curia se encontraba rodeado de familiares y compatriotas valencianos hasta tal punto que era el valenciano la lengua que se escuchaba de manera habitual alrededor suyo.

Había conseguido para sus hijos lugares de importancia política, había conseguido aguantar el empujón de las familias romanas enemigas de los Borja, y la que ya podía considerar  “suya” ciudad de Roma, había sido renovada en obras, riqueza y cultura.

Alejandro VI fue siempre un papa rodeado de polémica. Fue padre de nueve hijos, entre los que destacan por un lado Lucrecia, utilizada por su padre como moneda de cambio en los numerosos matrimonios que le concertó; César, que llegó también, aunque en contra de sus intereses personales, al obispado de Valencia, y a la curia romana, y también Juan, el segundo duque de Gandia.

A pesar de que no todos sus once años de pontificado serían un camino de rosas, y se encontró a menudo con problemas y oponentes en su propia familia, fue sin duda este momento cuando la familia Borja desarrolló toda su fuerza, e importancia que desembocarían en toda una leyenda oscura sobre sus miembros.

De todas maneras, con todo el espectacular camino que se le abría por delante, Rodrigo de Borja nunca olvidó sus queridas tierras valencianas. En 1485, aprovechando la búsqueda de financiación por parte de Fernando el Católico para la conquista en Granada, el futuro papa decidió comprarle al rey una de sus posesiones en el Reino de Valencia, el ducado de Gandia. El señorío de Gandia, convertido en ducado al 1399 por el rey Martín el Humano, había tenido una gran importancia política y militar desde que, a mitad del siglo XIV, Alfonso el Viejo la fijó como su residencia habitual. A pesar de todo, con la toma de posesión del ducado por parte del hijo del duque Viejo, Alfons lo Joven, y con la reversión a la Corona de Aragón con la muerte de este último sin descendencia en 1424, la villa de Gandia entrará en un período de crisis imparable hasta la llegada de los  Borja.

Con la compra del ducado, Rodrigo de Borja desligó completa y definitivamente el ducado de Gandia de la Corona de Aragón. El hijo mayor de Rodrigo, Pedro Luís, se convertirá entonces en el primer duque Borja de Gandia, a pesar de que tan solo pudo hacer ostentación del título durante cuatro años, puesto que murió en 1488.

En este momento, el ducado de Gandia y el compromiso matrimonial asignado a Pedro Luís, pasaron a su hermano, Juan de Borja, también hijo de Rodrigo, convirtiéndose de este modo en el segundo duque de Gandia, y se casó, según se había acordado, con María Enríquez de Luna, prima del rey Fernando el Católico. Con la también prematura muerte del segundo duque gandiense, cuyo cuerpo fue encontrado en Roma flotando en las aguas del río Tíber, María Enríquez se encontró al frente del ducado hasta que su hijo mayor, también de nombre Juan, se pudiera hacer cargo.

De este modo es como con su compra perfectamente meditada, el futuro Alejandro VI establece desde Roma un vínculo con su tierra, y hace resurgir de sus cenizas un ducado que el  propio papa y sus sucesores irán ampliando y que, tal y como quería Rodrigo de Borja, volverá  a ser en poco tiempo uno de los más importantes e influyentes territorios, a la misma altura que las otras familias nobles de la zona, centro neurálgico de uno de los cultivos que más enriquecerán las arcas ducales, la caña de azúcar.

María Enríquez de Luna 

(1474-1539)

María Enríquez de Luna, prima hermana del rey Fernando el Católico, era hija de Enrique Enríquez y de Quiñones, señor de Baza, y de María de Luna. Fue una de las figuras más destacadas de la historia de la ciudad de Gandia que, con la ayuda del papa Alejandro VI, convirtió la villa en un punto de recepción de la modernidad renacentista.

María Enríquez fue casada en dos ocasiones, y en ambos casos quedó viuda. En primer lugar, se casó con el primer duque de Gandia, Pedro Luís de Borja, hijo mayor de Rodrigo de Borja (futuro Alejandro VI). Cuando Pedro Luís murió prematuramente en 1488, el ducado de Gandia y su compromiso matrimonial, todavía sin consumar, se trasladaron a su hermanastro, Juan de Borja, también hijo de Rodrigo.

La boda se celebró en Barcelona con los reyes católicos como padrinos, y en 1493 la pareja de recién casados llegó a Gandia, la que se convertiría ya por siempre jamás en la residencia de la duquesa María. Con veinte años, tuvo a su hijo mayor, Juan, y poco después a su hija, Isabel.

De todas maneras, aunque para ella Gandia suponía todo un mundo idílico, para su marido Juan ocuparse de esta villa suponía un alejamiento de su querida Roma, ciudad donde había estado viviendo con su padre y sus hermanos antes de trasladarse a Gandia.

Así pues, en 1496 vuelve a Roma donde acabaría asesinado tan solo un año después, dejando viuda  a su esposa. Este fue un golpe duro de llevar para María Enríquez, que a partir de este momento se centró en la regencia del ducado (entre 1497 y 1511) y en la educación de sus dos hijos.

De los miembros de la familia Borja, María mantuvo relación sobre todo con Lucrecia, con la cual compartía su pesar por la pérdida de sus dos maridos, hermanos de Lucrecia. Del papa Alejandro, por su parte, quería concesiones y dinero que hacía gastar para ennoblecer la villa. Durante este tiempo, la duquesa María sanea las cuentas de la villa vendiendo algunas posesiones a los estados italianos, colonizó los marjales bajo el castillo de Bairén y reordenó el archivo señorial.

Además llevo a cabo la ampliación de la iglesia de santa María de Gandia, y consiguió que el papa la elevara a colegiata, y le diera la regencia de ésta a su hijo Joan y a todos sus descendientes de manera permanente. Grandes artistas fueron convocados para las obras de la Seu, como el arquitecto Pere Comte y el escultor Damià Forment. Venido de Italia, el pintor Paolo de San Leocadio, a quien la duquesa le encargó una serie de imágenes para el altar mayor del templo, y una Epifanía para el convento de Santa Clara, además de algunas obras para su residencia, el Palacio Ducal, convirtiendo de este modo a Gandia en una villa abierta y renacentista.

Muerto Alejandro VI, María Enríquez queda apartada de la rama italiana y de los intereses que perseguía el papa, y una vez que su hijo llegó a una edad adecuada, María Enríquez le entregó el ducado, convirtiéndolo en el tercer Duque de la villa. Vistas cumplidas sus expectativas, María Enríquez ingresa en el convento de Santa Clara de Gandia con el nombre de María Gabriela, donde ya se encontraba su hija Isabel, y convertida en abadesa, murió en 1539.

Francisco de Borja 

(1510-1572)

Francisco de Borja nace en Gandia en 1510 y muere en Roma en 1572. Biznieto del papa Alejandro VI por vía paterna, y biznieto del rey Fernando el Católico por vía materna, fue el más importante de los duques de Gandia.

Siendo niño,  en la zona de Valencia, se desató una revuelta de tipo anti-señorial llamada de las Germanías, que en Gandia supuso uno de los saqueos más duros que sufrió el Palacio Ducal. Francisco, evitando el peligro agermanado, se desplazó a Zaragoza, donde estuvo durante algunos años bajo la tutela de su tío Juan, el arzobispo de esta localidad. A los 18 años entró en la corte del Emperador Carlos I de España y V de Alemania, ganándose poco a poco la confianza del propio emperador y de su esposa, Isabel de Portugal.

A los 19 años contrajo matrimonio con una de las damas preferidas de la emperatriz, la portuguesa Leonor de Castro. En 1530 nació el primero de sus ocho  hijos al que pusieron de nombre Carlos, en honor del emperador al que servía. Ese mismo año sería el propio rey,  premiándole por sus servicios, el que le otorgaría el título de marqués de Llombai.

Durante su vida en la corte, el año 1539 Francisco vivió uno de los pasajes más significativos de su vida: la muerte de la emperatriz Isabel de Portugal, por la que él sentía un gran afecto.

Después de cuatro años ostentando el cargo de virrey de Cataluña y tras la muerte de su padre, Juan de Borja, Francisco hereda en 1543 el título de IV duque de Gandia, y regresará a este palacio. Durante su estancia aquí, se ocupa entre otras cosas de la ampliación de las murallas, de la reforma del antiguo Hospital y de la construcción de la universidad de Gandia, primera universidad jesuita del mundo. También se ocupó de ayudar y proteger a las órdenes religiosas del ducado.

A sus cuarenta años, y tras la muerte de su esposa Leonor de Castro, Francisco de Borja, abandonando todo cuanto le ligaba a su anterior vida de corte, entró en 1548, bajo la supervisión de San Ignacio de Loyola, en la recién fundada compañía de Jesús, de la que llegará a convertirse en su III General en 1564.

Francisco de Borja fallece en Roma el 1572, donde será enterrado. Posteriormente, tras las presiones de la nobleza española, sus restos mortales son trasladados a Madrid, donde descansa actualmente en la iglesia de la Compañía de Jesús.

Francisco de Borja es beatificado en 1624 por el papa Urbano VIII, y canonizado en 1671 por Clemente X.

LOS PERSONAJES

Pedro de Ribagorça

(1305-1381)

El infante Pedro de Aragón, conocido como Pedro de Ribagorça desde que recibió este condado aragonés, nació el año 1305 y fue el cuarto hijo del rey Jaime II y Blanca de Anjou.

Ya de bien joven inició su flamante carrera política. Entre 1322, año en que recibió de parte de su padre el condado de Ribagorça, hasta 1324, ejerció el cargo de lugarteniente del monarca en el Reino de Valencia, y durante este último año sirvió de  legado real en la curia papal de Aviñón para conseguir una serie de concesiones del sumo pontífice.

A lo largo de este tiempo ya mostró sus condiciones e intenciones de convertirse en un muy válido sucesor de la corona en caso de muerte de su hermano Alfonso, incluso por encima de los derechos del hijo de éste, que finalmente sería quien acabaría reinando como Pedro el Ceremonioso.

De todas maneras, Pedro de Ribagorça siempre fue fiel a su hermano Alfonso IV durante su corto reinado, por el que fue recompensando con el cargo de Senescal de Cataluña, uno de los de mayor prestigio dentro de la casa real, y con la llegada al trono de su sobrino con tan solo 17 años, el infante Pedro, que había sido tutor de éste, jugó un papel muy importante durante todo su reinado.

En 1331 se casó con Juana de Foix, con la que tuvo cuatro hijos, entre los que destaca Alfonso de Aragón y, muerta su esposa, ingresó en la orden franciscana en 1358. De todas maneras, y siendo ya franciscano, muchas veces fue requerido por su sobrino Pedro el Ceremonioso en cuestiones de consejo político, relacionadas normalmente con la guerra con Castilla, iniciada en1355.

Así pues, durante más de 30 años, Pedro de Ribagorça fue uno de los familiares reales más influyentes, y obtuvo los más prestigiosos títulos de la corona de Aragón.

Durante su vida, fueron muchos los señoríos y tierras que fue recibiendo y consiguiendo para formar su feudo. Así, en 1322, Jaime II le entregó a su hijo una serie de posesiones en el reino de Valencia, que se unirían a las que ya tenía en el condado de Ribagorça: el castillo de Gallinera, el valle de Ebo, el castillo y la villa de Pego, el castillo del Pop, los valles de Laguar y Xaló y el castillo de Crevillente. Estas tierras no fueron mantenidas por el infante de manera permanente, sino que iba permutándolas, conformando así su patrimonio en beneficio de sus intereses.

Sería en 1323 cuando recibía, también de parte de su padre, el señorío sobre el castillo de Bairén, la villa de Gandia, el lugar del Real y las alquerías de Beniopa y Benipeixcar, junto a otros pequeños lugares de la Safor. Aunque en este momento esta donación, a diferencia de otras muchas ofrecidas por el rey Jaime II a su hijo, no iba destinada a aumentar el prestigio de su poseedor sino tan solo a cubrir necesidades económicas, con el tiempo, y sobre todo a partir de que Alfonso de Aragón, hijo del infante Pedro, la recibiera como herencia en 1358, Gandiase convertiría en centro y capital de las posesiones y lugar habitual de residencia de éste, aconteciendo uno de los señoríos, y ducado a partir de 1399, con más prestigio e importancia del reino de Valencia.

Alfonso de Aragón

(1322/29- 1412)

Alfonso de Aragón, conocido también como Alfonso el Viejo, fue el hijo primogénito del infante Pedro de Ribagorça y Juana de Foix. Aunque los documentos sitúan su nacimiento en Burjassot, la fecha de éste no se sabe con certeza, pero seguramente se produciría entre 1322 y 1329.

Son muy pocos los datos que se conocen de la infancia de Alfonso, aunque seguramente no debió de diferir mucho de la que acostumbraban a tener los hijos de los grandes barones, especialmente en la corte real. En 1348, es firmado por Pedro de Ribagorça un contrato matrimonial donde se concertaba el matrimonio de Alfonso de Aragón con Violante de Arenós, heredera de la baronía de Arenós, que se añadiría a las posesiones que Alfonso recibiría de su padre. El contrato se hizo efectivo en 1355, momento en el que Alfonso empezó a tener una vida pública mucho más destacada.

Esta fecha coincidía además con el inicio de uno de los enfrentamientos bélicos más violentos que a mediados del siglo XIV se produjeron entre las dos coronas peninsulares. La llamada Guerra de los dos Pedros, que enfrentaba al rey aragonés, Pedro el Ceremonioso, contra el monarca castellano, Pedro el Cruel, quien quería recuperar la parte sur del reino de Valencia para incorporarla nuevamente a la Corona de Castilla.

En este momento, Alfonso de Aragón daría a conocer sus dotes políticas y militares, participando activamente en todo el conflicto. Así pues, en 1355 el rey aragonés le otorgaba el condado de Dénia y el oficio de mayordomo del Reino de Valencia y tan solo tres años después, en 1358, Pedro de Ribagorça ingresará en la orden franciscana, convirtiendo desde este momento a su hijo en su sucesor y máximo dirigente del ejército del reino de Valencia. Fue de hecho, uno de los activos militares más destacados, junto con su padre y el futuro rey castellano, Enrique de Trastámara, que estaba refugiado en la corona aragonesa. En 1356 consiguió liberar la ciudad de Alicante, tomada por el Cruel en ese mismo año, y se encargó de movilizar las tropas para defender los lugares atacados y organizar escaramuzas en tierras castellanas.

En una de estas batallas fue capturado por los ingleses que luchaban en el bando castellano, y estuvo en su poder durante unos cinco años. Para poder hacer frente al desorbitado rescate que pedían, tuvo que buscar avales en muchos nobles aliados, e incluso entregar como rehenes a dos de sus hijos, Pedro y Alfonso, estando este último en manos inglesas durante más de veinte años.

Muerto su padre se convirtió en su principal heredero, conocido como Alfonso el Joven, segundo duque de Gandia.

Alfonso el Viejo fue, de igual modo que su padre, uno de los nobles más poderosos de la Corona de Aragón, y no contó tan solo con territorios dentro de la corona aragonesa, como el condado de Dénia o el señorío de Gandia, sino que además, gracias a un pacto firmado con Enrique de Trastámara, futuro rey Enrique IV de Castilla, recibió también el marquesado de Villena, un vasto territorio dentro de la corona castellana, lo que le convertía en señor a ambos lados de la frontera que dividía los reinos peninsulares, ostentando además el título de condestable de Castilla.

Hacia el final de su vida, Alfonso recibió otra distinción. El 1399 el rey Martín el Humano, con motivo de su coronación, y por los servicios que Alfonso había prestado a la corona, elevó el señorío de Gandia a ducado, convirtiendo a Alfonso en el primer duque de la villa.

De todas maneras, aunque tanto él como su mujer Violante de Arenós nunca dejarían de visitar las otras villas importantes bajo su dominio, Alfonso de Aragón situó su residencia principal en Gandia, donde se estableció su corte, que si destacó por algo fue por el nivel artístico y literario de sus miembros. Pere March, siempre fiel a Alfonso, ostentó el cargo de procurador general de Alfonso, y el hijo de éste, Ausiàs March, también deleitó a la corte gandiense con sus versos antes de unirse a la corte de Alfonso el Magnánimo. Otros escritores, como Joan Martorell, autor del Tirant lo Blanc, o Roís de Corella, también estuvieron presentes en la corte del Viejo, y personajes destacados como el fraile franciscano Francesc Eiximenis le dedicó al duque de Gandia su libro Doceavo del Cristiano.

Además, Alfonso el Viejo fue el gran benefactor de la villa de Gandia, haciendo que ésta conociera uno de sus momentos de mayor esplendor. Y en los alrededores, una de sus mayores empresas: el monasterio de San Jerónimo de Cotalba. En el interior, renovó las murallas, rehizo la iglesia de Santa María dándole un aire de novedad, empujó con fuerza su proyecto de la villa nueva, una expansión de la villa hacia el oeste, y por supuesto no descuidó su residencia, el palacio, el cual agrandó y ennobleció, de acuerdo con un personaje de su categoría.

Alfonso de Borja. Papa Calixte III

(1378-1458)

Alfonso de Borja, que tomará el nombre de Calixto III, nació en Canals en 1378. Todavía joven, San Vicente Ferrer le había pronosticado que llegaría a ser papa y que a él lo haría santo, lo cual se cumplió años más tarde.

Alfonso de Borja inició su brillante carrera política como jurista en la corte de Alfonso el Magnánimo, el cual lo lanzaría al cardenalato en 1444 como premio por su intervención en el Cisma de Occidente. En éste, Benedicto XIII, conocido como el papa Luna, y su sucesor, Clemente VIII, eran papas no reconocidos por la iglesia romana y, refugiados en el castillo de Peñíscola, estaban suponiendo un auténtico dolor de cabeza para el monarca aragonés, y toda la cristiandad occidental.

Además, Alfonso también consiguió otro premio de primera magnitud, el obispado de Valencia, uno de los lugares con más poder y mejores rentas del reino. De hecho, la Valencia del tiempo de Alfonso el Magnánimo era probablemente la ciudad más populosa y próspera de todos los reinos cristianos de la península, centro del comercio con Italia y lugar de atracción para las artes y las letras.

A partir de este momento, el obispado de Valencia estuvo ocupado por miembros de la familia Borja durando más de ochenta años. Durante los años posteriores, siempre estuvo unido al Magnánimo y a su campaña Napolitana, y se ocupó de organizar la nueva administración del país conquistado.

Años después, en 1455 y con 77 años, llegaría al cargo más alto de la cristiandad, el papado, del que tan solo disfrutaría durando cuatro años, puesto que murió en 1458.

Rodrigo de Borja. Papa Alejandro VI

(1431-1503)

El segundo papa, Rodrigo de Borja, que tomará el nombre de Alejandro VI, fue sobrino de Calixto III, y nació en Xàtiva en 1431. Fue justamente su tío quien le dio acceso al cardenalato en 1456, después de ostentar, al igual que Calixto III, el obispado de Valencia.

Siendo cardenal, fue acumulando bienes hasta el punto de convertirse en uno de los más importantes e influyentes de la curia romana. Contó además con cualidades políticas de las cuales se sirvió para conseguir el papado en 1492.

Su actuación como papa, su capacidad administrativa y su gran trabajo como mecenas no solo sirvieron a la iglesia romana, sino también a sus propios intereses familiares. En los primeros años de su pontificado, Alejandro VI ya podía considerarse un papa satisfecho. Había nombrado nuevos cardenales de confianza, en la corte, y en la curia se encontraba rodeado de familiares y compatriotas valencianos hasta tal punto que era el valenciano la lengua que se escuchaba de manera habitual alrededor suyo.

Había conseguido para sus hijos lugares de importancia política, había conseguido aguantar el empujón de las familias romanas enemigas de los Borja, y la que ya podía considerar  “suya” ciudad de Roma, había sido renovada en obras, riqueza y cultura.

Alejandro VI fue siempre un papa rodeado de polémica. Fue padre de nueve hijos, entre los que destacan por un lado Lucrecia, utilizada por su padre como moneda de cambio en los numerosos matrimonios que le concertó; César, que llegó también, aunque en contra de sus intereses personales, al obispado de Valencia, y a la curia romana, y también Juan, el segundo duque de Gandia.

A pesar de que no todos sus once años de pontificado serían un camino de rosas, y se encontró a menudo con problemas y oponentes en su propia familia, fue sin duda este momento cuando la familia Borja desarrolló toda su fuerza, e importancia que desembocarían en toda una leyenda oscura sobre sus miembros.

De todas maneras, con todo el espectacular camino que se le abría por delante, Rodrigo de Borja nunca olvidó sus queridas tierras valencianas. En 1485, aprovechando la búsqueda de financiación por parte de Fernando el Católico para la conquista en Granada, el futuro papa decidió comprarle al rey una de sus posesiones en el Reino de Valencia, el ducado de Gandia. El señorío de Gandia, convertido en ducado al 1399 por el rey Martín el Humano, había tenido una gran importancia política y militar desde que, a mitad del siglo XIV, Alfonso el Viejo la fijó como su residencia habitual. A pesar de todo, con la toma de posesión del ducado por parte del hijo del duque Viejo, Alfons lo Joven, y con la reversión a la Corona de Aragón con la muerte de este último sin descendencia en 1424, la villa de Gandia entrará en un período de crisis imparable hasta la llegada de los  Borja.

Con la compra del ducado, Rodrigo de Borja desligó completa y definitivamente el ducado de Gandia de la Corona de Aragón. El hijo mayor de Rodrigo, Pedro Luís, se convertirá entonces en el primer duque Borja de Gandia, a pesar de que tan solo pudo hacer ostentación del título durante cuatro años, puesto que murió en 1488.

En este momento, el ducado de Gandia y el compromiso matrimonial asignado a Pedro Luís, pasaron a su hermano, Juan de Borja, también hijo de Rodrigo, convirtiéndose de este modo en el segundo duque de Gandia, y se casó, según se había acordado, con María Enríquez de Luna, prima del rey Fernando el Católico. Con la también prematura muerte del segundo duque gandiense, cuyo cuerpo fue encontrado en Roma flotando en las aguas del río Tíber, María Enríquez se encontró al frente del ducado hasta que su hijo mayor, también de nombre Juan, se pudiera hacer cargo.

De este modo es como con su compra perfectamente meditada, el futuro Alejandro VI establece desde Roma un vínculo con su tierra, y hace resurgir de sus cenizas un ducado que el  propio papa y sus sucesores irán ampliando y que, tal y como quería Rodrigo de Borja, volverá  a ser en poco tiempo uno de los más importantes e influyentes territorios, a la misma altura que las otras familias nobles de la zona, centro neurálgico de uno de los cultivos que más enriquecerán las arcas ducales, la caña de azúcar.

María Enríquez de Luna 

(1474-1539)

María Enríquez de Luna, prima hermana del rey Fernando el Católico, era hija de Enrique Enríquez y de Quiñones, señor de Baza, y de María de Luna. Fue una de las figuras más destacadas de la historia de la ciudad de Gandia que, con la ayuda del papa Alejandro VI, convirtió la villa en un punto de recepción de la modernidad renacentista.

María Enríquez fue casada en dos ocasiones, y en ambos casos quedó viuda. En primer lugar, se casó con el primer duque de Gandia, Pedro Luís de Borja, hijo mayor de Rodrigo de Borja (futuro Alejandro VI). Cuando Pedro Luís murió prematuramente en 1488, el ducado de Gandia y su compromiso matrimonial, todavía sin consumar, se trasladaron a su hermanastro, Juan de Borja, también hijo de Rodrigo.

La boda se celebró en Barcelona con los reyes católicos como padrinos, y en 1493 la pareja de recién casados llegó a Gandia, la que se convertiría ya por siempre jamás en la residencia de la duquesa María. Con veinte años, tuvo a su hijo mayor, Juan, y poco después a su hija, Isabel.

De todas maneras, aunque para ella Gandia suponía todo un mundo idílico, para su marido Juan ocuparse de esta villa suponía un alejamiento de su querida Roma, ciudad donde había estado viviendo con su padre y sus hermanos antes de trasladarse a Gandia.

Así pues, en 1496 vuelve a Roma donde acabaría asesinado tan solo un año después, dejando viuda  a su esposa. Este fue un golpe duro de llevar para María Enríquez, que a partir de este momento se centró en la regencia del ducado (entre 1497 y 1511) y en la educación de sus dos hijos.

De los miembros de la familia Borja, María mantuvo relación sobre todo con Lucrecia, con la cual compartía su pesar por la pérdida de sus dos maridos, hermanos de Lucrecia. Del papa Alejandro, por su parte, quería concesiones y dinero que hacía gastar para ennoblecer la villa. Durante este tiempo, la duquesa María sanea las cuentas de la villa vendiendo algunas posesiones a los estados italianos, colonizó los marjales bajo el castillo de Bairén y reordenó el archivo señorial.

Además llevo a cabo la ampliación de la iglesia de santa María de Gandia, y consiguió que el papa la elevara a colegiata, y le diera la regencia de ésta a su hijo Joan y a todos sus descendientes de manera permanente. Grandes artistas fueron convocados para las obras de la Seu, como el arquitecto Pere Comte y el escultor Damià Forment. Venido de Italia, el pintor Paolo de San Leocadio, a quien la duquesa le encargó una serie de imágenes para el altar mayor del templo, y una Epifanía para el convento de Santa Clara, además de algunas obras para su residencia, el Palacio Ducal, convirtiendo de este modo a Gandia en una villa abierta y renacentista.

Muerto Alejandro VI, María Enríquez queda apartada de la rama italiana y de los intereses que perseguía el papa, y una vez que su hijo llegó a una edad adecuada, María Enríquez le entregó el ducado, convirtiéndolo en el tercer Duque de la villa. Vistas cumplidas sus expectativas, María Enríquez ingresa en el convento de Santa Clara de Gandia con el nombre de María Gabriela, donde ya se encontraba su hija Isabel, y convertida en abadesa, murió en 1539.

Francisco de Borja 

(1510-1572)

Francisco de Borja nace en Gandia en 1510 y muere en Roma en 1572. Biznieto del papa Alejandro VI por vía paterna, y biznieto del rey Fernando el Católico por vía materna, fue el más importante de los duques de Gandia.

Siendo niño,  en la zona de Valencia, se desató una revuelta de tipo anti-señorial llamada de las Germanías, que en Gandia supuso uno de los saqueos más duros que sufrió el Palacio Ducal. Francisco, evitando el peligro agermanado, se desplazó a Zaragoza, donde estuvo durante algunos años bajo la tutela de su tío Juan, el arzobispo de esta localidad. A los 18 años entró en la corte del Emperador Carlos I de España y V de Alemania, ganándose poco a poco la confianza del propio emperador y de su esposa, Isabel de Portugal.

A los 19 años contrajo matrimonio con una de las damas preferidas de la emperatriz, la portuguesa Leonor de Castro. En 1530 nació el primero de sus ocho  hijos al que pusieron de nombre Carlos, en honor del emperador al que servía. Ese mismo año sería el propio rey,  premiándole por sus servicios, el que le otorgaría el título de marqués de Llombai.

Durante su vida en la corte, el año 1539 Francisco vivió uno de los pasajes más significativos de su vida: la muerte de la emperatriz Isabel de Portugal, por la que él sentía un gran afecto.

Después de cuatro años ostentando el cargo de virrey de Cataluña y tras la muerte de su padre, Juan de Borja, Francisco hereda en 1543 el título de IV duque de Gandia, y regresará a este palacio. Durante su estancia aquí, se ocupa entre otras cosas de la ampliación de las murallas, de la reforma del antiguo Hospital y de la construcción de la universidad de Gandia, primera universidad jesuita del mundo. También se ocupó de ayudar y proteger a las órdenes religiosas del ducado.

A sus cuarenta años, y tras la muerte de su esposa Leonor de Castro, Francisco de Borja, abandonando todo cuanto le ligaba a su anterior vida de corte, entró en 1548, bajo la supervisión de San Ignacio de Loyola, en la recién fundada compañía de Jesús, de la que llegará a convertirse en su III General en 1564.

Francisco de Borja fallece en Roma el 1572, donde será enterrado. Posteriormente, tras las presiones de la nobleza española, sus restos mortales son trasladados a Madrid, donde descansa actualmente en la iglesia de la Compañía de Jesús.

Francisco de Borja es beatificado en 1624 por el papa Urbano VIII, y canonizado en 1671 por Clemente X.